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Joserra Ortíz conversando sobre literatura en Paraguay

El 29 de julio de 2014, Joserra, como lo llaman sus amigos, visitó la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, en el marco de la Semana de Letras 2014 “Homenaje a Rubén Bareiro Saguier“. En la ocasión ofreció una muy interesante conferencia cuyo tema central giró entorno a la Violencia en la narrativa latinoamericana. Al final de la conferencia lo invité a compartir unas chelas, en un conocido bar de la zona, invitación a la que accedió sin ninguna duda. Durante esa conversación convinimos en realizar una posterior entrevista vía Facebook, que a continuación les presentamos.

¿Quién es Joserra Ortíz?

José Ramón Ortíz, 33 años, mexicano, nacido en San Luis, crítico literario de profesión, cursó sus estudios terciarios en la Brown University de los Estados Unidos. Su tesis doctoral se basó en el tema del hispanismo sobre el cancionero hagiográfico de Jesús Malverde. Es fundador y director de la Jornada de detectives y astronautas (JDA, 2002) actividad que consiste en una experiencia cultural y proyecto de investigación que lee, difunde, publicita, dialoga, discute, critica y apoya las escrituras mexicanas que no forman parte del mainstream literario nacional, con la intención de incluir en el debate artístico-intelectual las sensibilidades y posturas no oficiales, pero populares. En el 2012, se desempeñó como profesor de literatura latinoamericana del siglo XX en la Universidad de Boston y en la actualidad es profesor de literatura latinoamericana y creatividad literaria para nuevos medios en la Universidad de Brown.




Ya hace más de un mes que estuviste paseando por este espacio de tierra que llaman Paraguay, a unos sería 7.076,12 Km de tu lugar natal ¿qué te pareció? ¿cómo lo viste? ¿cómo lo sentiste? Y por sobre todo, ¿cómo lo oliste? Y claro, cómo no preguntarlo, ¿cómo leíste al paraguay de Roa Bastos?

Contabas en tu disertación de la Semana de Letras en la UNA que no conocías mucho de literatura paraguaya aparte del ganador del premio cervantes 1989, aquel periodista y escritor quien fuera el último supremo de la literatura de estos lares.

Fíjate que a pesar de los días que han pasado, no me he tomado el tiempo de sentarme a reflexionar exactamente todo mi sentir sobre Paraguay, o más bien Asunción y sus cosas. Mis respuestas a esas cuestiones, ahora mismo serían muy cortas. ¿Qué me pareció? Un lugar intrigante, muy diferente a lo que ya conocía. Muy lindo, pero al mismo tiempo desolado. Lo vi como un sitio con mucho potencial, pero todavía sin nada concreto. Me refiero a la literatura, a las artes, al turismo, que son las cosas que más me interesan. Hay demasiado ánimo, muchas ganas de hacer cosas, gente talentosísima y derroche de buena onda, pero no vi los espacios donde todo ese impulso se materializara. Por eso lo sentí como una ciudad amable, de amigos, todos listos para hacer una fiesta pero, a veces, nomás esperando a que empiece. No sé si me explico. Lo que sí no sé es cómo lo olí... ¿a humedad? bueno, ya sabes la tragedia del agua. Desde mi posición, olí Paraguay como animal que busca el rastro de su presa, siempre buscando, apuntando así.


No sé cómo leí al Paraguay de Roa Bastos. Mi lectura de ‘Yo, el supremo’ se dio en el contexto universitario. Y hasta antes de mi viaje el mes pasado, era mi única referencia literaria de tu país. Y además, en el contexto universitario, esa novela era parte de toda una unidad sobre novela del dictador... así que la leí como parte de un todo documental que detallaba problemas estructurales del continente. Ahora que me preguntas, pienso en leerla nuevamente, pero desde su individualidad.


¿Qué diferencia existe, entre la literatura latina y la literatura estadounidense? Estando por acá, nos habías comentado que los gringos creen que la literatura latinoamericana es puro realismo mágico y que incluso rechazan otros géneros ¿cómo creés que se puede vencer esa especie de estigma que existe sobre nuestras letras?

Yo diferenciaría entre la literatura escrita en inglés y la escrita en español en este continente... y tal vez mi división es injusta e incompleta por dos motivos: evidentemente hay literatura latinoamericana escrita en inglés en los Estados Unidos. Y de todos modos, si la disección del campo de las letras americano es por lenguas, pensar en solo dos ya deja fuera todas las literaturas escritas en otros idiomas (de origen europeo o autóctonas). Esto lo saben ustedes más que nadie, ya que son paraguayos. Entonces, como tu pregunta atañe a un problema eminentemente geográfico, y si pensamos que una de las funciones de la literatura es explorar, exponer o cuando menos razonar problemas y preocupaciones de sus lugares de enunciación, me resulta que la diferencia entre esos dos grandes campos literarios (Estados Unidos y Latinoamérica), no existe. Quiero decir que, como función comunicativa y artística de una sociedad, las dos literaturas tienen las mismas causas, orígenes y motivaciones. La diferencia, tal vez, radique en las preocupaciones éticas y estéticas de cada una, así como de su historia. Pero entonces tendríamos que pensar, también, que no existe una sola literatura norteamericana, como tampoco existe una latinoamericana. Latinoamérica no es una unidad homogénea, aunque compartamos lengua, historia, traumas, hermandad, lo que sea… no podemos pensar nunca que las letras mexicanas, argentinas, bolivianas, caribeñas, paraguayas, etc, caben en el mismo saco. La riqueza de nuestras letras está en nuestras diferencias que son las que, paradójicamente, estrechan más los vínculos que lo compartido crea. Igual creo que, después de tantos años de vivir ahí, los Estados Unidos son una red compleja de diferencias. Es una verdadera nación de naciones; regidas por un solo gobierno, tal vez por un conjunto uniforme de formas y costumbres, pero muy diferente de un lado al otro. En ambos lados del continente hay traumas poscoloniales que siguen escribiéndose en la narrativa, en la poesía; en ambos lados hay procesos difíciles de comprender, como el racismo, la migración, la pobreza, la violencia o el éxodo cultural que intentan explicar o evidenciar en lo que se escribe. Tal vez una diferencia radical, creo, es que en los Estados Unidos la renovación estética, la modernidad escritural por decirlo de algún modo, ha sido desde siempre un rector importante de la labor del autor. Siento que la literatura gringa se renueva en la forma, en la lengua, en los componentes intrínsecos del acto literario (como las estructuras, los modelos narrativos, etc), en cada generación. A diferencia nuestra, donde cada renovación de las letras en el campo de lo formal toma demasiado tiempo, varias generaciones que siguen obcecadas en las formas de arte. Otra diferencia radical, tiene que ver con la visión que tienen los gringos de la literatura como un bien de mercado que, no por ser un objeto comercial, pierde su esencia de obra de arte, de ensayo del pensamiento. La industria editorial norteamericana es la que mejor funciona en el mundo y sus escritores los que mejor viven de su profesión. No hay estigmas por ser “comercial”, por vender mucho y creo que tampoco miedo a pasar de moda.


De verdad que un gran problema que vivimos como comunidad latinoamericana frente a los Estados Unidos, fue el éxito inusitado del Realismo Mágico. No los culpo: la poética de García Márquez y algunos de sus sucesores es muy atractiva, rica, bella y llena de sentido. La onda con los gringos, creo, es que operan todo a base de modas (la música, la ropa, el cine, etc.), una visión que por cierto terminaron contagiando a todo el mundo. El Realismo Mágico se puso de moda y creyeron que todo era así acá, abajo del río Bravo. Cuando vieron que eso no era lo único, o que lo habíamos “superado” (qué horrible palabra), fueron renuentes a consumirnos porque no éramos el producto que les habíamos prometido. Y también porque pasábamos de moda ante ellos y era el momento de los asiáticos (por ahí leí que ahora la moda es África, ya veremos). Este estigma, como bien lo llamas, es compartido por muchas otras naciones del globo y me parece muy complicado pensar en “vencerlo” o “sobrepasarlo”. Lo que pasa ahora, y que debemos aprovechar como lengua literaria, es una nueva apreciación de lo latinoamericano como algo conocido o reconocible. Hay escritores latinos en Estados Unidos, como Junot Diaz, que escriben en inglés sobre la experiencia de su comunidad latinoamericana en los USA que van permitiendo una nueva concepción de nosotros como entes urbanos, con voces similares a las suyas. Además, en los últimos quince años se ha normalizado mucho la situación y la coexistencia del español en el ámbito anglosajón, por lo que están más abiertos a leernos y entendernos. Mi única respuesta a toda esta cuestión, es que mientras el escritor latinoamericano sea más fiel y honesto a sus propias preocupaciones y escriba lo que quiera escribir como le plazca, de lo que se le antoje y por medio del género que más le guste, el norteamericano lo aceptará con normalidad. Conozco escritores que han entrado ya al mercado anglosajón con regular éxito, escribiendo novelas policiacas, históricas, de migrantes, etc, que gustan por su contenido literario y no por el exótico. Claro que también es importante apelar a la posibilidad de éxito comercial, aprovechar la facilidad con la que las traducciones se pueden publicar en formato electrónico. Por cierto, ahora en mi labor como crítico literario, estoy muy interesado en entender la nueva aceptación o el nuevo mercado de la literatura latinoamericana en Estados Unidos, sobre todo pensando en la figura de Roberto Bolaño, probablemente nuestro autor más vendido por USA actualmente, quién es todo un fenómeno editorial y hasta mediático, pero que llegó allá muerto y, sobre todo, clausurando las poéticas del Boom.


¿Cómo ves la movida independiente, observás un crecimiento o un decaimiento en ese tipo de publicaciones?

Definitivamente creo que en la literatura, como en todas las artes, lo independiente lleva ya muchos años ganando terreno.Lo

marginal, lo “under”, se ha ido colocando en el centro y el corazón de las discusiones, las plataformas, los espacios centrales. La crisis editorial, por ejemplo, afecta más a las grandes editoriales que a las libres o “indies”, yo creo que porque desde la independencia, el autor, el editor, el lector y todos los demás implicados están mucho más cómodos trabajando, ya que no tienen que hacer concesiones, pero sobre todo están mucho más conscientes de su trabajo. El autor de una editorial trasnacional sabe, aunque le paguen por el manuscrito de su libro, que se venderá solo lo que la editorial determine (a través de sus canales de distribución y promoción), y quizá no le interese tanto hacer lectores y acercarse a ellos. Pero el independiente entiende que es parte de su trabajo estar para arriba y para abajo con su libro, que su éxito (mediano, claro, porque sus tirajes no son nada grandes), depende de un trabajo en equipo. Y es que es eso, la independencia crea sentido de comunidad. Traslada esta idea a un campo más grande: piensa en el origen en las naciones. Es la noción de que todos estamos metidos en esto, que las cosas funcionan, se arman y se echan a andar. Llevo unos veinte años viendo crecer el mundo de las publicaciones independientes; cada vez hay más revistas, fanzines, editoriales, cartoneras, autores y libros funcionando bien. Tanto, que cada vez son más los mainstream que ahora se acercan a nosotros.


Ilustración: Charles Da Ponte



También habias mencionado que veias más factible las publicaciones de cuentos antes que pasarse años escribiendo una novela que al final no puede llenar las expectativas, ¿cual es tu fundamentación al respecto?

Lo que pienso es que ahora las editoriales han vuelto a mirar al campo de los cuentos como una posibilidad de publicación, y que durante los veinte o treinta años anteriores fue un género un poco desprestigiado. Y eso tiene que ver con la indudable calidad que se está produciendo ahora, gracias a buenísimos cuentistas que no les interesa, por el momento, escribir una novela. El género breve les permite solucionar más rápidamente una preocupación de las muchas que tienen, a diferencia de la novela que exige mucho más tiempo y dedicación. La novela, claro, es el género moderno por excelencia y en ella se han gestado siempre los grandes cambios epistemológicos y formales de las letras universales, pero el cuento es el laboratorio de todas esas ideas. Su formato y velocidad permiten ensayar muchas cosas y creo que es el género perfecto de nuestros tiempos, porque estamos en una época de ensayos.


En un rankig de tus cuentos favoritos del 1 al 5, en el que el 1 es el más recomendado ¿qué cuentos elegirías?

A ver... pucha, y tengo veinte y dejo fuera varios (y de algunos autores anoto los que googlear fácilmente en español)

1. La reina de las nieves de Hans Christian Andersen

2. Tön, Uqbar, Orbis Tertius de Jorge Luis Borges

3. Vendrán lluvias suaves de Ray Bradbury

4. Dijo que se cagaba en la mar serena de Alfredo Bryce Echenique

5. Mecánica popular de Raymond Carver

6. Guía de amor para infieles de Junot Diaz

7. El ahogado más hermoso del mundo de Gabriel García Márquez

8. El capote de Nicolai Gógol.

9. La leyenda de Sleepy Hollow de Washington Irving

10. La metamorfosis de Franz Kafka

11. De repente llaman a la puerta de Edgar Keret.

12. La llamada de Cthulhu de H.P Lovecraft

13. El día no restituido de Giovanni Papini

14. El alguacil endemoniado de Francisco de Quevedo

15. Bartleby el escribiente de Herman Melville

16. El barril de amontillado de Edgar Allan Poe

17. La tempestad de nieve de Alexander Puchkin

18. Macario de Juan Rulfo

19. Harrison Bergeronde de Kurt Vonnegut

20. La esclava de su amante de María Zayas

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