La libertad de la palabra
Texto: Margarita Mendieta
Ilustración: César Barreto
“Amada imaginación, lo que más amo
en vos es que jamás perdonás”
André Bretón
Esa es la sentencia con la que André Breton (escritor, poeta, ensayista y teórico francés del surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento artístico) sienta sus primeros delineamientos en su obra Primer manifiesto surrealista (1924) y con la que dispondría una serie de pensamientos y "secretos" para incursionar en su uso literario, así como en su filosofía de vida.
El surrealismo es una de las revoluciones más importantes dentro del arte y de la literatura del siglo XX, influyendo en su origen la confluencia de otras diversas tendencias de vanguardia, siendo el dadaísmo su predecesor más inmediato y del que retomaría varios aspectos que nutrirían al movimiento, principalmente elementos fotográficos y cinematográficos. Así también, varios postulados de Sigmund Freud (padre del psicoanálisis) acerca del inconsciente, de los impulsos reprimidos y, sobre todo, de los sueños:
“Con toda justificación, Freud ha proyectado su labor crítica sobre los sueños, ya que, efectivamente, es inadmisible que esta importante parte de la actividad psíquica haya merecido, por el momento, tan escasa atención”.
(BRETÓN, André. Primer manifiesto surrealista)
Breton, refiriéndose al origen del término ha dicho lo siguiente:
“En homenaje a Guillermo Apollinaire, quien había muerto hacía poco, y quien en muchos casos nos parecía haber obedecido a impulsos del género antes dicho, sin abandonar por ello ciertos mediocres recursos literarios, Soupault y yo dimos el nombre de SURREALISMO al nuevo modo de expresión que teníamos a nuestro alcance y que deseábamos comunicar lo antes posible, para su propio beneficio, a todos nuestros amigos”.
Así, Breton y Soupault renovaron el término ya acuñado por Apollinaire dándole un significado más amplio y propio a lo que querían expresar y, citando líneas del Primer manifiesto surrealista, definen al surrealismo de la siguiente manera:
“Sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.
El Surrealismo concibe la creación artística “liberada” y supeditada exclusivamente a la imaginación, siendo esta la fuente de toda aspiración e inspiración. La escritura automática es el único método en el ámbito literario, es decir, la libre escritura de ideas y pensamientos. El escritor debe ser capaz de liberar su mente -su inconsciente-, de ir palabra tras palabra sin detenerse, sin pensar en la frase siguiente, despojándose incluso de las normas, de la preocupación por la forma. Breton sugiere:
“(…) después de haberse situado en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de su espíritu, al repliegue de su espíritu sobre sí mismo. Entren en el estado más pasivo, o receptivo, de que sean capaces. Prescindan de su genio, de su talento, y del genio y el talento de los demás. Díganse hasta empaparse de ello que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriban deprisa, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente deprisa para no poder refrenarse, y para no tener la tentación de leer lo escrito”. (BRETÓN, André. Primer manifiesto surrealista)
Así, se produce una liberación del lenguaje con respecto a los límites de la expresión lógica. Esto lo podemos ver en los poemas surrealistas, donde se entremezclan objetos, conceptos y sentimientos que la razón mantiene separados; aparecen asociaciones libres e inesperadas de palabras e ideas, metáforas poco convencionales e imágenes oníricas. En el poema “Mundo” de André Breton se pueden leer versos surrealistas como “Los espejos son semillas de rocío prensadas”, “Y la alfombra muere lo mismo que las olas”; más “rebeldes” son los versos de “La puerta golpea” -del mismo autor- donde se lee “La puer puer puerta puer/ La ven ta na/ Sobre el aroma amargo de la limadurandaerrante”.
España es quizás uno de los países europeos donde el surrealismo influyó de forma más pronunciada en los poetas. Tal es el caso de la Generación del 27, donde se destacan especialmente Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados, entre otros, que fueron transformando su poesía pasando de una etapa donde lo esencial era la forma -etapa purista-, a la siguiente etapa con una poesía rehumanizadora -etapa social-, que hacía eco de los problemas del hombre y de la propia existencia. Es en esta segunda etapa donde los poetas del 27 reciben mayor influencia del surrealismo y dejan plasmado ese impacto en sus obras.
El surrealismo rompe con el ideal de pureza y deshumanización, cree en la armonización de los conceptos aparentemente contradictorios como realidad y sueño, vida y muerte, lo comunicable y lo incomunicable; es decir, pretende encontrar el punto de inflexión donde los términos opuestos se separan -en consecuencia de la exclusiva visión de la razón- coartando toda creación. Así pues, sienta nuevas bases para la expresión artística apuntando a un lenguaje sin reservas, cuya aspiración legítima es la libertad de la palabra y como señaló Breton: “El idioma ha sido dado al hombre para que lo use de manera surrealista”, esto es, la palabra como instrumento de liberación.